Por: Ramón Antonio Veras.
1.- El ser humano, por el hecho de vivir en sociedad, está comprometido a incidir en todo lo que ocurre a su alrededor. La indiferencia, la impasibilidad no le cuadra.
2.- No importa la naturaleza del hecho o fenómeno que suceda. Siempre será de la incumbencia del ser social que está integrado a la colectividad.
3.- Sea de complacencia o desagrado, la inmigración haitiana en nuestro país es real, objetiva, y como tal hay que verla y juzgarla.
4.- No reconocer la existencia del inmigrante haitiano en el territorio nacional dominicano es no querer conocer de manera deliberada lo que está a la vista, o ser aspirante a ignorante.
5.- Ese conjunto de nacionales haitianos, legales o ilegales, que habitan aquí, su vida material y espiritual nos compete, nos toca.
6.- Como la existencia de esos seres humanos inmigrantes nos debe preocupar, estamos en la obligación de salir en su defensa cuantas veces resultan afectados en sus derechos y libertades.
7.- Es cuestión de mujeres y hombres sensibles razonar en el sentido de que, lo que lesiona a un ser humano, haitiano o no, me concierne, me importa, afecta mis sentimientos y va contra mi compromiso social.
8.- No importa el color de la piel del inmigrante haitiano, como tampoco su condición de indocumentado; hay que salir en su apoyo cuantas veces resulta víctima de un daño causado por otro.
- Lo mejor del pueblo dominicano hay que mantenerlo con la firme creencia de que el color de la piel y la condición de inmigrante del haitiano no lo despojan de su calidad humana, que es lo que mueve a la solidaridad.
10.- Al inmigrante hay que hacerle saber que, aunque está apartado de su lar nativo, cuenta con el concurso de los nacionales consecuentes del país receptor.
11.- En el medio político y social dominicano está haciendo falta un fuerte y notorio movimiento de solidaridad con los inmigrantes haitianos, para que no sigan siendo víctimas de tropelías.
12.- El sentido de civismo, el apego al humanismo para hacer más humana y menos cruel la existencia y estadía aquí del inmigrante haitiano, es una obligación contraída por quien sabe honrar sus convicciones.
13.- Corresponde a las fuerzas democráticas dominicanas del pasado, todavía activas, emprender de nuevo aquellas batallas que ayer dieron para ser efectivos los derechos humanos y las libertades públicas.
14.- Los dominicanos y las dominicanas no dominados por el racismo, e identificados con las mejores causas de la especie humana, están en el deber de rechazar cualquier acción que vaya contra la dignidad de los inmigrantes haitianos.
15.- Todo momento es oportuno para rechazar las acciones que se ejecuten contra los que están entre nosotros como inmigrantes, aportando en diferentes áreas de la economía nacional.
16.- El ambiente dominicano debe humanarse, sensibilizarse y ablandarse con la prédica de gente buena dispuesta a luchar para acabar con el odio y el discurso encubierto de racismo dirigido contra los haitianos.
Santiago de los Caballeros,
4 de junio de 2025.