Por: Ramón Antonio Veras.

1.- Al momento de un espectador de televisión colocarse frente a su televisor, a presenciar una conversación entre un periodista y un político candidato, al concluir la misma se supone que el oyente queda algo orientado.

2.- Pero en el ambiente dominicano, lo que ocurre es que la generalidad de las veces se da una especie de diálogo adecuado a lo que conviene al aspirante al cargo electivo.

3.- El politiquero que busca embaucar a electoras y electores, encuentra en los medios de comunicación a sus mejores aliados en la búsqueda de votos, para tomar al que sufraga como tonto útil. Muchos periodistas actúan como agentes de promoción electorera.

4.- Por lo general, aquel que tiene la oportunidad de ser testigo de la conversación entre un negociante de la política y un comunicador, es un encuentro para promocionar al entrevistado.

5.- Las preguntas al candidato giran alrededor de lo que a él le es favorable; acondicionadas, que bien encajan a sus aspiraciones. Nunca estarán fuera de lo que se ajusta a sus pretensiones.

6.- Siempre se busca que el politiquero aspirante se sienta a gusto con las preguntas, que esté cómodo, que la respuesta a dar la tenga a flor de labios. En sí, lo que se quiere es que ese candidato profesional del negocio político, no esté fastidiado, que no salga agobiado de la entrevista.

7.- Nunca, imposible preguntarle a un aspirante a regidor, senador o diputado, desde cuándo es su deseo de luchar por su comunidad, qué le impulsa a querer estar en el cargo electivo, en fin, cuál es su proyecto favorable al pueblo.

8.- Es posible pensar que está prohibido que un periodista pregunte al que aspira a ser favorecido con el voto popular, ¿cuál es su historial como luchador social, comunitario, gremial, sindical o estudiantil?

9.- Ante un pueblo golpeado por un sistema social despiadado, resulta fácil, es como un juego de niños, un paseo, postularse y a la vez encontrar un campo propicio para sin ningún esfuerzo llegar a ocupar una posición en el ámbito eleccionario.

10.- Para defender con seriedad las libertades y derechos de un pueblo atrapado por un régimen económico opresor, no basta en la persona del que se postula, la bonita elocuencia, brillante expresividad y elegante fluidez.

11.- Se requiere sensibilidad, sentido de responsabilidad, coherencia entre prédica y práctica social. El luchador por el pueblo debe estar probado en la brega permanente por las causas justas.

12.- En el país nuestro, engancharse a político no pasa de ser una pose. Encadenarse a un grupo, con sentido de la oportunidad, no es más que puro oportunismo para satisfacer deseos, aspiraciones desmedidas a costa del erario, para recibir dinero del presupuesto nacional.

Por Radaccion