Por: Ramón Antonio Veras.

1.- Como en muchos países de nuestra región predomina el accionar politiquero, la participación de los militares en la política con seriedad está relegada a un segundo plano; no son tomados en cuenta.

2.- No tiene su reloj político en hora aquel que incide en la lucha social y descuida ocuparse de los cuerpos armados, porque no tenerlos presentes es un error muy grande.

3.- Toda actividad dirigida a generar una modificación en el ordenamiento vigente requiere sobremanera de la presencia de los uniformados.

4.- Para saber el nivel de desarrollo de la brega por lograr el poder político por sectores democráticos, hay que tener conocimiento de la participación de los militares.

5.- Si un sector importante de los uniformados no logra influir en el quehacer político que persigue transformaciones sociales, el objetivo se demora. Su presencia hace de fuerza motriz.

6.- No se puede desconocer que en el ejército influyen un conjunto de cualidades o detalles que lo distinguen en el curso del desarrollo social.

7.- En los diversos períodos de la lucha democrática el ejército o una parte suya no se mantiene aislada de las corrientes sociales más avanzadas, sino que a veces puede ser su portador.

8.- En el medio político progresista dominicano, los sectores interesados en la liberación nacional no han tomado en consideración el papel significativo que están llamados a desempeñar los uniformados patriotas.

9.- Es una falta de visión política pensar que en las Fuerzas Armadas nacionales todos sus miembros tienen igual forma de pensar y sentir. Razonar en semejante forma es no saber que la sociedad dominicana no es homogénea desde el punto de vista clasista.

10.- En la actualidad, el movimiento democrático dominicano no tiene ninguna ascendencia en las Fuerzas Armadas, lo que prueba su debilidad, el poco poder en la lucha liberadora en general.

11.- Mientras los sectores dominicanos de avanzada están a la zaga en el trabajo político relacionado con los militares, los intereses norteamericanos les dedican atención especial.

12.- En el libro La Guerra sin Fin, de la autoría de Michael T. Klare, en la página 266, se puede leer lo que copio en el párrafo siguiente, que dice así:

13.- «David Fairchild, que ostentó el cargo de oficial ayudante del programa en la misión de AID en Santo Domingo, desde el mes de abril de 1966 a septiembre de 1967, manifestó, en el curso de una entrevista, que los militares dominicanos no hacen más que esperar que MAAG les diga qué deben hacer, y, por otra parte, el presidente de la República Dominicana tiene menos poder sobre los militares del país que MAAG. La misión de setenta y cinco hombres de MAAG vive, come y duerme con los militares dominicanos».

Ideas finales

14.- Lo que nos dice la realidad política dominicana es que las mujeres y los hombres que aspiramos a un cambio político, social e institucional, para alcanzar el progreso, el desarrollo y adecentar la vida pública debemos contar con los militares o un sector de ellos.

15.- Desde la trinchera de los que aquí, en procura de tener un país como lo soñaron Duarte, Luperón, Manolo y Caamaño, nunca se les ha enviado a los cuerpos armados un mensaje para que reflexionen en el sentido de que ellos son reserva primordial en la lucha de su pueblo por la liberación nacional.

16.- La disciplina, el uniforme y la vida en los cuarteles no separan al militar en la lucha que libra su compatriota civil para ver la patria común libre de la dominación extranjera y a las masas populares dominicanas sumidas en la extrema pobreza.

Santiago de los Caballeros,
12 de septiembre de 2025.

Por Redaccion