Por: Ramón Antonio Veras.
1.- Como la actitud ante la vida define a los seres humanos, es posible saber quién es merecedor o indigno.
2.- Lo que cada quien hizo o dejó durante su existencia sirve para calificarlo como valioso o despreciable.
3.- Cada generación de hombres y mujeres de un país está en condición de opinar de los aportes que han hecho connacionales suyos, en cada coyuntura de la lucha por el progreso social.
4.- El movimiento obrero y sindical dominicano ha contado con dirigentes que han enaltecido, agigantado, elevado la brega de los trabajadores del campo y la ciudad en sus justas reivindicaciones.
5.- Las mujeres y los hombres que en el país les han dado seguimiento a la conducta exhibida por directivos de sindicatos saben que no todos se han portado coherentes con lo que conviene a la clase obrera.
5.- La diferencia entre el que interpreta los genuinos intereses de los trabajadores y aquellos que los engañan se comprueba en el curso de la contienda, en el combate clasista.
7.- La época de Mauricio Báez, Hernando-Nando-Hernández, Justino José del Orbe, Quirico Valdez y otros de igual sustancia se caracterizó por la reciedumbre, la entereza moral y firmeza en la defensa de los trabajadores.
8.- Esos dirigentes se hicieron líderes de su clase porque en cada uno de sus actos demostraban ser consecuentes y muy reflexivos, poniendo de manifiesto su igual accionar entre prédica y práctica.
9.- El tiempo de Mauricio Báez, Hernando-Nando-Hernández, José Eugenio Kunhardt y sus iguales contó con continuadores que, en la ocasión, reanudaron la batalla que habían desarrollado sus antepasados.
10.- En su momento, verdaderos ejemplos de sindicalistas consecuentes con su clase fueron Barbarin Mojica, Julio de Peña Valdez, Francisco Santos, Fernando de la Rosa, Dionicio Martínez, Conrado Matías, Jacinto de los Santos, Amadeo Lorenzo, Henry Molina, Nelsida Marmolejos, Enrique de León, Mario Robles, Eulogia Familia, Luis Manuel Caraballo, José Cristóbal Durán, Pedro Peralta, Douglas Hasbún, Juan Vargas, Francisco José Bidó, José Gómez Cerda, Eliseo Candelario, Ignacio Soto, Delfín Vásquez, Rafael Santos, Efraín Sánchez, Carlos Tomás Fernández y otros que escapan a mi memoria.
11.- Después de las décadas del sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado, el sindicalismo dominicano dejó de ser lo que había sido en etapas anteriores. Todo ha cambiado y no ha sido para bien.
12.- En países atrasados y dependientes como el nuestro, no es fácil contar con la presencia de personas que se entregan por entero a los intereses de su clase o sector.
13.- La diferencia que se observa en las organizaciones de los asalariados de ayer y las de hoy también se comprueba en otros movimientos sociales.
14.- En nuestro país, ante la ausencia de asociaciones clasistas fuertes, dirigidas por personas de una sola pieza, las clases dominantes se sienten a gusto, a sus anchas, como a cuerpo de rey, manejando el Estado y el gobierno a plena comodidad.
15.- Con todo pesar hay que decir que la clase obrera dominicana está huérfana de representatividad, a diferencia del pasado cuando contó con genuinos dirigentes sindicales.
16.- La situación de desamparo, desprotección, desentendimiento y descuido de que ahora es víctima la clase obrera, llegará a cambiar cuando surjan auténticos representantes de los trabajadores.
Santiago de los Caballeros,
15 de junio de 2025.