Por  Ociel Alí López

Los ataques ensanchan la brecha: la vieja estrategia de la derecha pierde fuelle en Colombia y Petro sigue su ascenso.

Las armas del sector conservador, que alguna vez fueron efectivas, estancan a su candidato y le dan más impulso al izquierdista.
Los ataques ensanchan la brecha: la vieja estrategia de la derecha pierde fuelle en Colombia y Petro sigue su ascenso

Cuando quedan dos semanas para las presidenciales en Colombia, el clima político y social se pone más agrio, los ataques mutuos se disparan, pero nuevas encuestas confirman las tendencias.

El primer vaticinio confirmado por la Gran Encuesta, publicada la semana pasada, es que el candidato izquierdista Gustavo Petro va en la delantera, solo, muy solo, con 40%. Con una ventaja que casi duplica a su oponente de derecha, Federico ‘Fico’ Gutiérrez, que obtiene el 21% de la preferencia electoral. Votar en blanco ocupa el tercer lugar de preferencias, con 13 %, por encima de Rodolfo Hernández, con 11%, y Sergio Fajardo con 7%.

Así las cosas, el candidato izquierdista no ha recibido factura de los ataques que le han propinado sus enemigos más acérrimos, según los cuales estaría negociando «votos por impunidad» a presos de alta peligrosidad, mafiosos o corruptos, en lo que llamaron el ‘escándalo de la Picota’. Tampoco ha funcionado la tan repetida como ineficaz propaganda de su pasado guerrillero o su vinculación con Venezuela.

El candidato izquierdista no ha recibido factura de los ataques que le han propinado sus enemigos más acérrimos, según los cuales estaría negociando «votos por impunidad» a presos de alta peligrosidad, mafiosos o corruptos, en lo que llamaron el ‘escándalo de la Picota’.

Nada de ello lo ha afectado en las encuestas sino que, por el contrario, cada embestida le sirve para acrecentar más la brecha. Luego de estos temas mencionados, Petro ha logrado subir 3% de cara a la primera vuelta, mientras su oponente se desplomaría en un eventual balotaje.

Según revela la encuestadora, en una hipotética segunda vuelta, Petro alcanzaría el 47 %, mientras ‘Fico’ rozaría el 34%. Otro 19% sería para «ninguno». Lo interesante de este último ítem es que, en relación a la misma encuesta realizada en marzo, el izquierdista aumenta 5 % de preferencia, mientras que su oponente cae 1% y la opción de «ninguno» pasa de 23 a 19 %, lo que permite ver que los indecisos se están moviendo es hacia el candidato progresista.

La segunda tendencia observada es que el candidato de la derecha, a pesar de haber sellado el apoyo de todo el establecimiento colombiano a partir del espaldarazo que recibió del expresidente César Gaviria –que también estuvo coqueteando con Petro y vendiendo caro su apoyo–, no ha tenido el empuje previsto, como sí ocurrió en las presidenciales de 2018, cuando los liberales le dieron el empujón al actual presidente, Iván Duque.

Lo cierto es que, si los resultados de esta investigación son fieles al real clima electoral, los apoyos del poder establecido no le han servido de mucho a Gutiérrez, ya que apenas ha conseguido subir dos puntos. En ese mismo plazo, Petro creció tres puntos en relación con sondeos anteriores.

Las armas de la derecha, que alguna vez fueron efectivas para derrotarle, hoy parecen melladas y no pueden parar el proceso ascendente de Petro.

¿Un crecimiento imparable?

La gran prensa de derechas –cuyas preferencias son abiertamente por ‘Fico’– interpretó que el crecimiento que tuvo su candidato las semanas posteriores a su triunfo en las primarias de su coalición, podría seguir incrementándose indefinidamente hasta el evento electoral.

Sin embargo, en la Gran Encuesta de mayo se evidencia que dicho incremento obedeció al trasvase natural del electorado del resto de candidatos que perdieron en su coalición, así como de los votantes conservadores, que esperaban la oficialización de una candidatura.

Una vez sumados estos votantes naturales, el candidato se ha estancado y su crecimiento es insuficiente para poder alcanzar a Petro. Incluso, si tomamos el ítem del balotaje de la encuesta mencionada, se devela un decrecimiento de 1% que hace pensar que los motores de su candidatura no tienen la capacidad suficiente de remontar la dura cuesta que le espera, mucho menos cuando, en una segunda vuelta, necesite conquistar votantes del centro ideológico: su involuntaria identificación con el Uribismo lo convierten en adversario principal de centristas y muchos liberales.

Una vez sumados los votantes naturales del sector conservador, el candidato se ha estancado y su crecimiento es insuficiente para poder alcanzar a Petro.

La gran encuesta es realizada por la firma YanHaas para Noticias RCN, NTN24, La FM, La República, El País, El Colombiano, El Universal y otras empresas del establecimiento mediático. Nadie pensaría que esta firma o sus contratantes son aliados del candidato aventajado, todo lo contrario, su línea editorial es francamente contraria a Petro de manera acérrima e histórica.

Estos resultados además se repiten en otras firmas encuestadoras que hemos analizado con anterioridad.

El tercer elemento que corrobora la encuesta es que muy seguramente habrá segunda vuelta. Pero esto estaría por verse. El candidato ganador necesita la mitad más uno de los votos para evitar el balotaje. La clave la darán los votos blancos, que ocupan el tercer lugar de preferencia, llegando a 13%. También podrían ayudarlo los errores de la actual gestión, en el caso de la suspensión del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, lo que a todas luces es un acto antidemocrático que ha generado indignación.

En la medida que la campaña avanza y se confirma que hay solo dos opciones reales, es lógico que tanto los que prefieren el voto en blanco, como el del resto de candidatos, terminen efectuando un voto útil. Aunque, ciertamente, los 10 puntos que le faltan a Petro para triunfar en primera vuelta son considerables, la campaña va en bajada y su triunfo el 29 de mayo no es una opción descartable.

Y algunos nuevos eventos podrían darle el envión, como ha sido esta semana el arrebato uribista a Medellín.

Medellín simbólico

Así como en muchos países de diverso signo político de la región se utiliza la judicialización de la política para eliminar adversarios, está semana le tocó a Colombia. La procuraduría, capitaneada por Margarita Cabello, ha suspendido de la alcaldía al representante electo por voluntad popular.

Se trata de Daniel Quintero, quien dio la sorpresa en 2019 al ganar la alcaldía de Medellín, que durante años fue la zona de confort del uribismo, una ciudad que ha sido comandada durante décadas por el paramilitarismo y el narcotráfico, y donde además se catapultó el candidato Fico, siendo su alcalde de 2016 al 2019.

El triunfo de Quintero dejó al conservadurismo sin aliviadero.

Es decir, la alcaldía de Medellín es un ‘locus’ político de alto simbolismo y la remoción por decreto del alcalde, por parte de la Procuraduría, quiere mostrar la fuerza del poder conservador, incluso fuera del juego democrático.

Las razones esgrimidas obedecen a un vídeo donde el alcalde habría lanzado un supuesto apoyo implícito, muy sublimado, al candidato Petro, a quien ni siquiera  mencionaba ni mostraba siglas electorales. El tema es que en las últimas semanas ha sido muy notoria la intromisión de funcionarios en la campaña, incluyendo a Duque y a su ministro de Defensa, Diego Molano, elevando diatribas directas contra Petro –lo que es penado por ley–, y no han corrido con la misma suerte del alcalde. En ese contexto, este hecho parece un pase de factura a su sorpresivo triunfo y a la vez una señal de lo que la derecha colombiana está dispuesta a hacer si pierde las presidenciales.

Petro y la izquierda consideran que la destitución del alcalde elegido por voto popular es un «golpe de Estado» que podría extrapolarse a escala nacional.

Todavía no hay mediciones que den cuenta de cómo esa suspensión ha afectado la intención de voto pero, si el electorado colombiano se indigna ante este hecho, a todas luces antidemocrático, puede significar el último empujón que le faltaba a Petro para triunfar en primera vuelta y enterrar políticamente por siempre al uribismo.

Ociel Alí López es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.

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