Por: Ramón Antonio Veras.

I.- La realidad de una crisis social

1.- Estar en las alturas del poder, pone cortos de vista a los que mucho pierden en caso de la mayoría del pueblo dominicano continuar pasando penurias.

2.- Sin intención de colocar a la minoría nacional dominicana, en condición de amenaza repentina o alarma, hay que decir que a diario estamos viendo una comunidad de insatisfechos expresando indignación.

3.- El que quiera ver que vea. Ahí están los hechos que no dejan mentir y sirven como testigos de piedra, de una materialidad, de un ambiente vivo, real, no imaginario.

4.- No es un invento la inflación galopante; no descubrimos nada ante los precios descontrolados de los artículos de la comida diaria, como es el caso de la libra de pollo; no es un infundio lo de la inseguridad personal y de bienes; no es una invención los altos precios de los medicamentos y de los carburantes; no es fantasear lo del descontento por los apagones, en fin, no es sacar de las mangas afirmar que las masas están excitadas.

5.- Lo cierto es que nuestro país luce, algo así, como un lugar donde se conserva la pólvora y otros explosivos, y se podría pensar que solo falta que haga acto de presencia aquel que prenda la mecha.

6.- A ninguna persona con sano juicio le pasa por la mente escribir diciendo que el país está convulsionado, sacudido por una crisis social que hace imposible a los de arriba mantenerse como hasta ahora.

II.- Situación de indignación popular

7.- Si es cierto que en el ambiente nacional dominicano no hay un estado de rebelión social, no es menos cierto que nos encontramos en una coyuntura de indignación popular, propicia para una situación inestable, muy insegura para los que les conviene la llamada paz social.

8.- En cualquier país donde existe una crisis económica y social, y se suman asesinatos en centros policiales, de seguro, hace acto de presencia la indignación en sectores populares, y en hombres y mujeres con conciencia sensible y democrática.

9.- Por muy pasivo que sea un pueblo, se pone inquieto una vez a la miseria se le suman hechos que indignan, como son los casos de sangre.

10.- Los fenómenos sociales, no se detienen por medio de leyes, decretos, ni mucho menos recurriendo a paliativos para mitigar el hambre.
11.- El deterioro de todo tipo que nos lamentamos presenciar en el entorno dominicano, no está para miopes, para los que les gusta hacerse de la vista gorda, pasar por alto, cerrar los ojos y, como cara dura, no darse por enterados.

III.- Posibilidad de la minoría nacional para maniobrar

12.- No se pone en duda que los dueños del poder político, económico y social del país, cuentan con infinidad de medios para sortear la calamitosa situación.

13.- El hecho de las masas oprimidas estar, todavía, cautivas por los partidos del sistema y bajo la influencia de politiqueros, permite que para los opresores sea manejable la dolorosa situación que atraviesa la mayoría de la población.

14.- La crisis que aquí llevan los pobres del país sobre sus hombros, es propicia para que la minoría nacional se sirva de curanderos sociales que vienen a hacer labor propia de santiguadores.

15.- Convencidos de que no pueden poner bueno el modelo económico moribundo, porque es imposible devolverle salud, aquellos que del mismo se benefician, procuran revivirlo con la asistencia de los manosantas del sistema.

16.- Los agraciados del statu quo en crisis, no tienen salida humana permanente, por lo que tratarán por todos los medios de aplicar curativos para mitigar la crisis.

17.- En momentos de situaciones sociales explosivas, aquellos que sacan pingües beneficios del sistema, hacen uso de limosnas, alimentos por caridad, donativos de lástima y obsequios sacados de la opresión.

18.- Cualquier persona que quiere y respeta a su pueblo, se siente mal al verlo extender sus manos para por su pobreza en forma humillante recibir funditas con comida. Agraviar, denigrar, no es nada honroso.

Ideas finales

19.- En una coyuntura como la que hoy se encuentra el país, es la adecuada para actuar los transformadores políticos y sociales, no así los ensalmadores del sistema agonizante.

20.- Por último, no se puede negar la agudización de la crisis, ni la exasperación de las masas populares, lo que debe motivar reflexión en lo más lúcido y progresista del sentir democrático del país.

Santiago de los Caballeros,
16 de julio de 2022.

Por Radaccion

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